posición de narrador omnisciente e introducirte en la mente de alguno de los personajes de la pintura, quizá del mismo Goya. ¿Por qué les están pintando? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿A quiénes? ¿Qué ha pasado? No busques información sobre el cuadro. Solo observa e imagina.
Llegué a la hora que acordamos, pero los tres individuos ya estaban “manos a la obra”.
El pintor, al verme, me llamó rápidamente para que fuera a lavar unos pinceles que había utilizado para que no se secara en ellos la pintura y se estropeasen.
Me acerqué y le dije un corto “Vale”, mientras me extendía con la mano izquierda dos pinceles sucios de negro enrollados en un trapo.
En breves instantes volví y el pintor estaba dibujando unos detalles pequeños al abanico que sujetaba una hermosa mujer de pelo moreno y pechos grandes, que disfrutaba de la compañía de una vieja que podría ser su madre, su abuela o su tía.
Ya terminados los últimos detalles del retrato, el pintor me llamó para preguntar mi opinión sobre el cuadro.
¡Yo no sabía de esas cosas de arte! Sin embargo, le dije que era muy bonito, pero que le fallaba una cosa… ¿Qué hacía la mujer provocando el viento con el abanico en pleno invierno?