CTS
Ciencia, Tecnología y Sociedad
Un proyecto del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona y Fundación Telefónica.
CCCB, Barcelona, 9 mayo – 16 noviembre 2014.
Espacio Fundación Telefónica, Madrid, del 14 marzo al 24 mayo 2015.
http://espacio.fundaciontelefonica.com/big-bang-data/
¿Son los datos el nuevo petróleo, una fuente de riqueza potencialmente infinita? ¿Son la munición que carga las armas de vigilancia masiva? ¿O han de ser, ante todo, una oportunidad, una herramienta para el conocimiento, la prevención, la eficacia y la transparencia, un instrumento para construir una democracia más transparente y participativa?
Todos generamos datos, desde nuestro dispositivo móvil, a través de los sensores, de las redes sociales, de fotos y vídeos digitales, de registros de transacciones de compra y de las señales del GPS. La novedad es que cada vez es más fácil almacenar y procesar esta cantidad ingente de datos que detectan patrones (de incidencias, de comportamiento, de consumo, de voto, de inversión, etc.). Este hecho está cambiando completa y muy rápidamente la forma de toma de decisiones a todos los niveles.
Big Bang Data es un proyecto que se adentra en el fenómeno de la explosión de datos en el que estamos inmersos. Desde los últimos cinco años existe una amplia conciencia entre los sectores académicos, científicos, las administraciones, la empresa y la cultura, de que generar, procesar y, sobre todo, interpretar datos con las tecnologías que estamos desarrollando puede cambiar radicalmente nuestra sociedad.
Quincy (Washington), en el noroeste de Estados Unidos, es una población agrícola de siete mil habitantes con dos supermercados y dos ferreterías. El New York Times la define como «una comunidad de agricultores en medio de un desierto», y hasta hace poco su principal actividad productiva era el cultivo de patatas y judías. Pero no sería exagerado afirmar que, desde hace unos años, Quincy se ha convertido en una de las capitales de Internet. No por supuesto de la emprendeduría digital; en Quincy no hay startups, y probablemente tampoco espacios de coworking ni cafés llenos de MacBooks. Quincy es el reverso de las ciudades bandera del capitalismo cognitivo, pero, sin comunidades como esta, nuestra vida en la Red tal como la desarrollamos hoy sería inviable. Quincy es, literalmente, la Red.
Entre los campos de cultivo que rodean al pueblo, han aparecido progresivamente grandes cajas anónimas, algunas de ellas con la extensión de varios campos de fútbol. Compañías como Yahoo!, Dell o Microsoft han elegido este punto geográfico para construir varios de sus data centers, las grandes instalaciones industriales en las que se almacena y desde las que se distribuye todo lo que contiene ese espacio, personal y colectivo a la vez, que hemos bautizado como la nube.
Una historia de la infoexplosión
La idea de que vivimos bajo la onda expansiva de una gran explosión de información no es nueva. Sin embargo, el ritmo al que ha crecido en la última década la cantidad de datos que somos capaces de producir, transmitir y almacenar no tiene precedente. Hace cincuenta años, un disco duro era un enorme dispositivo, del tamaño de un coche utilitario, que almacenaba el equivalente a una canción en formato MP3, una ridícula porción de la capacidad del teléfono que llevamos hoy en el bolsillo.
A medida que nuestra experiencia personal y nuestra historia colectiva se codifican en soportes digitales, el problema de su preservación a largo plazo se hace más urgente.
La ciencia del Big Data
Tener acceso a más datos no es solo una cuestión de volumen; a partir de un umbral determinado, es posible hacer las cosas de otra manera. Las inmensas masas de información que producen las organizaciones científicas, empresariales y gubernamentales contienen grandes bolsas de conocimiento valioso que pueden ser capturadas si aprendemos a detectarlas, extraerlas y leerlas.
La revolución de los datos masivos ha traído consigo un conjunto de nuevas metodologías y técnicas de análisis y gestión de la información, así como profesiones emergentes: del data scientist al analista de datos y el experto en visualización de la información.
¿Qué es la datificación?
A la facilidad para almacenar grandes volúmenes de información a bajo coste la acompaña otro factor determinante: la facilidad para producir esta información, gracias a los millones de sensores que inundan el mundo. Desde los receptores GPS que monitorizan el transporte de mercancías y pasajeros a los que miden la calidad del aire en las ciudades, el tráfico en las carreteras y el funcionamiento de las cadenas de montaje, por ejemplo.
Esta infraestructura es ya imprescindible para que los grandes sistemas globales funcionen, pero además nos ofrece una nueva narrativa, en tiempo real, de las mecánicas urbanas, sociales y económicas.
Explicar el mundo con datos
Con el nacimiento de la estadística moderna, a mediados del siglo xix, como disciplina capaz de explicar distintos fenómenos sociales, científicos y económicos, surge la necesidad de forjar un nuevo lenguaje que salve la distancia existente entre la medición cuantitativa de la realidad y nuestra necesidad de narraciones para entender el mundo.
La práctica de transformar cifras en imágenes para contar una historia tiene una larga tradición en la ciencia y el diseño, que abarca desde las cartas figurativas del siglo xix hasta la visualización de datos hoy. En la segunda mitad del siglo xx, artistas de distintos ámbitos empiezan a crear una estética de la información, en la que los datos se convierten en un instrumento para la representación y la exploración subjetiva.
La producción social de los datos
Hasta hace una década, la gran mayoría de los datos producidos en el mundo eran resultado de procesos científicos, industriales y administrativos. Pero la explosión de las tecnologías móviles y la popularización de los servicios sociales de la Web 2.0 han cambiado esto de manera radical: hoy en día el principal agente de la explosión de datos es la actividad cotidiana de millones de ciudadanos.
Ya sea realizando búsquedas en Google, subiendo vídeos a Youtube, actualizando Twitter o aceptando solicitudes en Facebook, nuestras acciones producen huellas digitales en las que quedan capturados nuestros deseos, miedos y esperanzas.
Por este motivo, actualmente se están utilizando técnicas como el análisis de sentimientos (sentiment analysis) para intentar determinar nuestras preferencias colectivas a la hora de comprar un producto u opinar sobre una decisión política.
La revolución de las disciplinas después de los datos masivos
Del fútbol profesional a los estudios literarios o la prevención del crimen, en la actualidad son innumerables los ámbitos del conocimiento que se están viendo transformados profundamente por el acceso a grandes conjuntos de datos. Las metodologías de la ciencia de los datos están abriéndose paso en múltiples disciplinas y creando dominios especializados, con nuevos perfiles profesionales.
Así, hoy en la planificación urbanística se habla de tecnologías inteligentes (smart city); en la prensa, de periodismo de datos, y en los departamentos de historia, de humanidades digitales.
La primera oleada de productos basados en datos (data-driven) está creando además tensiones y grietas en sus industrias respectivas, como sucede con los polémicos servicios de análisis genómico personalizado.
De la cuantificación a la mercantilización del “yo”
La necesidad de medir todo lo que hacemos, como forma de autoconocimiento, tiene una larga historia, pero lo que antes era una obsesión extrema hoy es una práctica cotidiana y una economía en crecimiento.
La “cuantificación del yo” promete que registrar cada uno de nuestros actos es la mejor vía para entender sus consecuencias y alcanzar cualquier propósito. Se trata de una de las muchas industrias que, por medio de los datos, han iniciado la mercantilización de nuestra intimidad.
Hoy no somos solamente consumidores de datos. Las plataformas sociales de Internet construyen un perfil extremadamente detallado de nuestras preferencias y nos convierten en un producto. Nuestros datos son la mercancía con la que comercian los gestores de información (data brokers) y un componente esencial del modelo económico que sostiene a Internet. Esta recogida sistemática de datos sobre nuestra vida personal es uno de los factores que hacen posible el estado de vigilancia masiva revelado por las filtraciones de Edward Snowden.
La tiranía del datacentrismo
Situar la cultura de los datos en el centro de la toma de decisiones y de nuestra manera de interpretar el mundo abre muchas posibilidades, pero también implica numerosos riesgos. El principal peligro del datacentrismo es que fomente la idea de que en los datos se encuentra la respuesta a cualquier problema y que nuestra sociedad puede prescindir de mecanismos más imperfectos y desordenados, basados en la política y la negociación.
Preservar valores como la subjetividad y la ambigüedad es especialmente importante en un momento en que es fácil pensar que todas las soluciones son computables y se encuentran dentro de un servidor, almacenadas en un Data Center.
Hacia una cultura crítica y participativa
Los ciudadanos tienen hoy un papel fundamental para determinar en qué clase de sociedad de los datos viviremos. Pueden resignarse a ser consumidores pasivos y mercancía en manos de quienes explotan su información, o ejercer su derecho a acceder a los datos que son de todos y utilizarlos.
Miles de administraciones de todo el mundo han promovido políticas de datos abiertos para mejorar sus niveles de transparencia y fomentar procesos de innovación ciudadana, con distintos grados de éxito.
Además, la ciudadanía está produciendo hoy sus datos en paralelo a los canales oficiales. Diferentes plataformas colaborativas hacen posibles nuevas formas de ciencia y nos permiten ser partícipes de experimentos colectivos.
In 2013, the leaders of the G8 signed an agreement committing to advance open data in their respective countries. This report assesses the current state of open data efforts in these countries and finds substantial variation in their progress. Moving forward, countries have many opportunities to enhance their open data capabilities, such as by increasing international collaboration, better educating policymakers about the benefits of open data, and working closely with civil society on open data initiatives.
Contacto:
Web: http://www.datainnovation.org
Twitter: @DataInnovation