Disponible online en ISEGORÍA 25 (2001) pp. 41-61
La tradición filosófica ha tenido siempre dificultades para considerar las emociones desde el punto de la racionalidad. Sin embargo hay contextos en los que la evaluación racional debe tomar en cuenta necesariamente un componente de sensibilidad emocional. Estos contextos son los grandes proyectos vitales, que pueden ocupar un fragmento apreciable de la vida, cuando no toda ella. En ellos podemos decir con cierta propiedad que un fracaso afectivo absoluto es un fracaso racional. En este trabajo proponemos un modo de análisis de las emociones como tipos especiales de representaciones (representaciones directivo-descriptivas) que nos permitirá enfocar las relaciones entre emociones y racionalidad de una forma más matizada.