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Rorty frente a Foucault

Una indagación en los textos de La ética del pensamiento (Biblioteca Nueva, Madrid, 2015) de Michel Foucault y Contingencia, ironía y solidaridad (Barcelona, Paidós, 2011) de Richard Rorty.

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Ideas cruzadas

Los “discursos cargados de un valor de verdad”, en palabras de Foucault, es foco de atención de ambos autores, aunque mientras Rorty analiza la imposibilidad de que exista un único discurso de verdad, Foucault se encarga de relacionar la producción de dichos discursos por parte de los diferentes mecanismos e instituciones de poder.

Las “estrategias de poder”, esto es, las diferentes prácticas de adiestramiento de la conducta humana, responden, según Foucault, a una racionalidad subyacente. Foucault une así los conceptos de “poder” y “saber” en una especie de esencia humana

Rorty podría estar de acuerdo con Foucault cuando este indica que el pensamiento teórico político, aplastado por la supuesta racionalidad de los órganos de decisión del Partido Comunista, no analizó en qué debía de consistir la lucha a la que hace referencia la expresión “lucha de clases” y solo la literatura habló de la lucha con libertad. En este asunto parece que la literatura ha sido mejor guía moral que el pensamiento teórico.

No parece que pueda haber acuerdo entre ellos en el tema de la construcción de la subjetividad, pues mientras Rorty cree que es la principal misión del individuo, Foucault piensa que las preconcepciones sobre sí de las que es prisionero el individuo hacen inviable el enfoque psicológico de la subjetividad y hay que analizar su construcción desde un punto de vista político. Foucault incluso al hablar de subjetividad y verdad indica que la práctica en occidente es, con el objetivo de salvación, la comunicación explícita a algún otro de quién cree uno que es. Esta comunicación es la que garantiza la autocomprensión porque existe la creencia en occidente de que uno mismo no es quien mejor se conoce.

El papel que Rorty asigna al arte como productor de reflexión moral que puede usar el humano para autoconstruirse es descartado por Foucault, que no se considera artista ni científico sino solo alquien que pretende transformar la realidad.

La reflexión foucaultiana sobre la sexualidad desemboca en conclusiones con las que Rorty podría estar de acuerdo: respecto de la sexualidad hay una tarea más de invención de un modo de vida personal que de descubrimiento de esencias. Para Foucault una cultura homosexual consistiría en relaciones polimorfas, variadas, individualmente moduladas, una creación de sí mismo que diría Rorty, con quien comparte la idea liberal de que un programa y propuestas que intenten crear una cultura homosexual es peligrosa, pues es algo que le corresponde al individuo y no a un sistema político. El análisis histórico foucaultiano sobre la sexualidad concluye que la contingencia lo envuelve todo, como indica Rorty.

Al teorizar sobre el concepto de sociedad Foucault no ve útil una visión metafísica que hable de fenómenos fundamentales a escala social, sino que habla de que “solo hay relaciones recíprocas y perpetuas diferencias entre intenciones en relación de uno a otro”, lo cual parece desplazar el problema del análisis de la sociedad a un problema de análisis de los modos de relación entre humanos que, al no compartir una esencia, siempre se relacionarían a partir de “perpetuas diferencias”. Creo que esta visión podría ser compartida por Rorty.

Preguntado por Riggins sobre la relación de su filosofía y el arte, Foucault dice que su trabajo no es académico sino que tiene un rasgo principalmente esteticista, es decir, trata acerca de transformarse a sí mismo, lo cual conecta con la tesis principal de Rorty acerca del único ámbito donde es posible actuar, el de la construcción de uno mismo. De hecho Foucault llega a decir “no estoy interesado en el estatuto académico de lo que estoy haciendo porque mi problema es mi propia transformación”.

En el trabajo de construcción de sí mismo ambos autores proponen un camino radicalmente distinto, aunque para llegar al mismo objetivo. Foucault propone que “la gente ha de construir su propia ética tomando como un punto de partida los análisis históricos, los análisis sociológicos, etc. de los que pueda proveerse” mientras que Rorty cree que la literatura puede proporcionar dicho material de reflexión.

Si partimos, como Foucault hace, de la definición de “arte” como “una técnica que se ajusta a ciertas reglas” y dichas reglas se relacionan con un concepto históricamente contingente de racionalidad, entonces desde el punto de vista de Foucault resultaría ingenua una consideración del arte como fuente “limpia” de inspiración para la construcción de sí, ya que la racionalidad tras el arte puede esconder un dispositivo de poder. Desde este punto de vista se podría construir una crítica a Rorty y su visión acrítica del arte literario como fuente de inspiración moral más fiable que la filosofía.

La consideración de Foucault del Estado como regido por una racionalidad denominada razón de Estado para la cual no existen los individuos sino que trata sobre la propia supervivencia del Estado complementa bien la crítica de Rorty hacia la ineficacia de cualquier intento de hacer filosofía pública. De hecho, podría considerarse que la construcción de sí que Rorty propone como única vía útil puede ser leída por Foucault como una defensa de la individualidad frente a la razón de Estado. En este sentido ambos son liberales.

Esta frase de Foucault en El sujeto y el poder creo que podría haber sido dicha perfectamente por Rorty: “Quizá el más importante de todos los problemas filosóficos es el problema del tiempo presente y de lo que somos en este preciso momento. Quizá el objetivo hoy no sea descubrir lo que somos sino rechazar lo que somos. Tenemos que imaginar y construir lo que podríamos ser”.

Foucault hace una elaboración muy detallada de cómo es el proceso de construcción de sí a partir de las techne de los griegos, y parece que Rorty dibuja ese proceso con trazo más grueso indicando que sucede por una investigación en ciertas obras literarias. Foucault en Acerca de la genealogía de la ética dice: “No se puede aprender la techne tou biou (el arte de la existencia) sin una askesis que debe considerarse como un aprendizaje de sí por sí mismo. Entre las formas que asumía ese aprendizaje, que incluía las memorizaciones, los exámenes de conciencia, las meditaciones, el silencio y la escucha, parece ser que la escritura -el hecho de escribir para uno mismo y los otros- llegó a tener un papel importante de manera bastante tardía”

Bibliografía adicional

proyectos/furor/start.txt · Última modificación: 2020/05/09 22:52 por Joaquín Herrero Pintado