“¿Cómo se puede buscar, encontrar y estar seguro de que efectivamente se ha descubierto al parresiasta del que se tiene necesidad cuando uno quiere cuidarse de sí mismo?” Debe ser “alguien que tenga reputación de no ser un adulador” pues “la parrêsia se opone a la adulación” … “el adulador es aquel que combate el precepto délfico, aquel que impide que uno se conozca a sí mismo” pero “lo esencial de la función parresiástica será más bien señalar al sujeto cuál es su lugar en el mundo”. Por tanto “aquel que, conociendo cuál es la naturaleza de las cosas, conociendo lo que es la physis, puede ser el parresiasta que va a disipar las ilusiones, hacer callar los temores, eliminar las quimeras y decir al hombre lo que verdaderamente es”. Es, por tanto distinto al proyecto platónico de saber quién eres por rememoración de lo que has sido, pues “aquí, por el contrario, saber quién eres exige que haya algún otro, alguien que detente la parrêsia y que diga, en efecto, cuál es el orden del mundo en el cual uno se encuentra situado”.