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Episodio 40: Inventando el futuro con Nick Srnicek - parte 4

En línea con nuestra idea de “Porvivir”, que afirma que podemos construir ahora nuestro futuro, analizamos el libro “Inventar el futuro. Postcapitalismo y un mundo sin trabajo” del filósofo y académico canadiense Nick Srnicek en el que afirma que las utopías políticas y económicas no solo son posibles sino que se construyen en base a acciones muy pragmáticas que podemos planificar en el presente. Pensador de izquierdas, Srnicek afirma que la izquierda actual ha renunciado al futuro y, por tanto, una utopía de izquierdas implica reconducir el pensamiento político de izquierdas.

En este cuarto y último episodio que hemos dedicamos a su libro analizamos el capítulo 7, “Un nuevo sentido común” deteniéndonos especialmente en el concepto de hiperstición y contrastándolo con el término utopía, ya que esta distinción tiene relación con la viabilidad práctica del pensamiento utópico.

“La filosofía no sirve para nada” es un podcast sin pretensiones en el que reflexionaremos sobre el presente.

Participan: José Carlos García @quobit, Sergio Muñoz @smunozroncero, Joaquín Herrero @joakinen, Juan Carlos Barajas @SociologiaDiver, Juan Antonio Torrero @jatorrero


Fecha 17 de abril de 2021
Participan José Carlos García @quobit
Sergio Muñoz @smunozroncero
Juan Carlos Barajas @SociologiaDiver
Joaquín Herrero @joakinen
Juan Antonio Torrero @jatorrero
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Sintonía Mass Invasion, Dilo, álbum Robots (2004)
Fotos BF67OMT UTOPIA, EDDIE, Flickr
Intro Fragmento de la película Star Trek: First Contact
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Seguimos nuestro análisis del libro “Inventar el futuro” de Nick Srnicek y hoy comentamos el capítulo 7: “Un nuevo sentido común”

Como antecedente del concepto hiperstición Srnicek comenta esto en el capítulo 4:

UN PROGRESO HIPERSTICIOSO

“Invocar la modernidad significa, en última instancia, provocar preguntas por el futuro. ¿Cómo debería verse el futuro? ¿Qué curso deberíamos seguir? ¿Qué significa ser contemporáneo? ¿Y de quiénes el futuro? Desde el surgimiento del término, la modernidad se ha preocupado por desenmarañar una noción circular o retrospectiva del tiempo e introducir una ruptura entre el presente y el pasado. Con esta ruptura, el futuro se proyecta como potencialmente diferente de y mejor que el pasado. La modernidad equivale al «descubrimiento del futuro» y, por ende, se ha encontrado a sí misma íntimamente vinculada con nociones como «progreso, avance, desarrollo, emancipación, liberación, crecimiento, acumulación, Ilustración, mejora, [y] vanguardia». Al señalar que la historia puede progresar a través de la acción humana deliberada, la materia de la lucha entre definiciones en pugna de la modernidad es la naturaleza de ese progreso. En términos históricos, la izquierda se ha sentido naturalmente en casa en su orientación hacia el futuro. Desde las visiones comunistas tempranas del progreso tecnológico hasta las utopías espaciales soviéticas, pasando por la retórica socialdemócrata del «calor blanco de la tecnología», lo que distinguió a la izquierda de la derecha fue su inequívoca acogida del futuro. El futuro debía ser una mejora sobre el presente en términos materiales, sociales y políticos. En contraste, las fuerzas de la derecha política, con algunas excepciones notables, se definían por su defensa de la tradición y su naturaleza esencialmente reaccionaria.”

“Contra lo dicho por aquellos pensadores de la modernidad, no hay progreso necesario, ni un camino único desde el cual juzgar el alcance del desarrollo. Lejos de ello, el progreso debe entenderse como hipersticioso: una suerte de ficción, pero que apunte a convertirse en verdad. Las hipersticiones funcionan catalizando un sentimiento disperso en una fuerza histórica que haga realidad el futuro. Tienen la forma temporal del «habrá sido». Tales hipersticiones del progreso conforman narrativas que orientan, con las cuales se puede navegar hacia delante y no son una propiedad establecida o necesaria del mundo. El progreso es una cuestión de lucha política que no sigue una trayectoria previamente elucubrada ni una tendencia natural y no tiene garantía de éxito.”

“Los senderos del progreso deben abrirse y pavimentarse, no sólo seguirse de una manera preestablecida; son una cuestión de logro político, antes que de providencia divina o terrenal.”

“El imaginario postrabajo genera una imagen hipersticiosa del progreso: una imagen que apunta a hacer del futuro una fuerza histórica activa en el presente. Las luchas que este proyecto ha de enfrentar requieren que la izquierda vaya más allá de su horizonte de política folk, que reconstruya su poder y adopte una estrategia expansiva para el cambio. ”

Y continúa en el capítulo 7 diciendo:

RECORDAR EL FUTURO

“Hoy en día, uno de los aspectos más generalizados y sutiles de la hegemonía son las limitaciones que ésta impone a nuestra imaginación colectiva. El mantra «no hay alternativa» sigue pareciendo verdadero, aun cuando cada vez más personas luchancontra él. Esto marca un cambio importante respecto del largo siglo XX, cuando florecieron los imaginarios utópicos y los planes espectaculares para el futuro.”

“Creemos que una izquierda ambiciosa es esencial para plantear u nprograma postrabajo y que, para conseguirlo, debemos recordar y reconstruir el futuro. Las utopías son la encarnación de las «hipersticiones» del progreso. Exigen que el futuro se lleve a cabo, conforman un objeto del deseo imposible pero necesario y nos brindan un lenguaje de esperanza y aspiración para un mundo mejor. Las denuncias de las fantasías utópicas pasan por alto el hecho de que es precisamente el elemento de la imaginación lo que hace de las utopías algo esencial para cualquier proceso de cambio político. Si queremos escapar del presente, primero debemos descartar los parámetros establecidos del futuro y abrir un nuevo horizonte de posibilidad. Sin la creencia en un futuro distinto, el pensamiento político radical quedará excluido desde el principio. En realidad, las ideas utópicas han sido fundamentales para todos los momentos importantes de liberación, desde el liberalismo temprano hasta los socialismos de toda índole, el feminismo y el nacionalismo anticolonial. Tanto el cosmismo como el afrofuturismo, los sueños de inmortalidad y la exploración espacial, señalan un impulso universal hacia el pensamiento utópico. Incluso la revolución neoliberal cultivó el deseo de una utopía liberal alternativa frente al consenso keynesiano dominante. Sin embargo, las utopías contrapuestas de izquierda se han quedado con muy pocos recursos desde el colapso de la Unión Soviética. Por ello sostenemos que la izquierda debe liberar el impulso utópico de sus cadenas neoliberales para expandir el espacio de lo posible, movilizar una perspectiva crítica sobre el momento presente y cultivar nuevos deseos.”

La dirección del desarrollo tecnológico está determinada no sólo por consideraciones técnicas y económicas sino también por intenciones políticas. Más que sólo tomar los medios de producción, este enfoque afirma la necesidad de inventar unos nuevos. Un enfoque final se concentra en cómo la tecnología existente contiene potenciales ocultos que forcejean con nuestro horizonte actual y en cómo podrían reorientarse. Bajo el capitalismo, el potencial de la tecnología queda severamente restringido, reducido a un mero vehículo para generar ganancias y controlar a los trabajadores. Sin embargo, aparte de estos usos, existen otros potenciales. Nuestra labor es revelar esos potenciales ocultos y vincularlos con procesos escalables de cambio. Se trata, en última instancia, de una intervención utópica, en la medida en que la reorientación aspira a encender la imaginación colectiva en torno a qué puede hacerse con los recursos disponibles.”

Pincha sobre la imagen a continuación para acceder al gráfico interactivo que ha elaborado Juan Carlos Barajas sobre el libro de Srnicek.

podcast/episodios/40.txt · Última modificación: 2021/04/17 17:12 por Joaquín Herrero Pintado