(232) En cuanto al contexto de esta conferencia, debe tenerse en cuenta que Foucault había terminado el curso La hermenéutica del sujeto dedicado al tema de la cultura del cuidado de sí desarrollada a partir de la Grecia clásica y del periodo helenístico, continuada a través de los dos primeros siglos del imperio romano, y que
tendrá su repercusión en la espiritualidad cristiana. El tema se enmarca en el proyecto de fondo de la investigación foucaultiana de la relaciones entre subjetividad y verdad, o si se quiere, subjetivación y veridicción. En ese curso aparece por vez primera en Foucault el tema de la parrêsía , al que le irá dando progresivo relieve, como se apreciará en sus dos cursos posteriores, los últimos en el Collège: El gobierno de sí y de los otros (1983-1984) , y El coraje de la verdad (1984) y en el seminario tenido en Berkeley en el otoño de 1983. Como indica Foucault mismo al comienzo de su conferencia, lo que exponía formaba parte de un trabajo en curso, carácter muy patente a la luz del tratamiento acabado e incluso cambios que la investigación adquirió en textos posteriores.
decirlo todo
Foucault se ha encontrado a lo largo de sus investigaciones en los campos de la psiquiatría, la práctica judicial y la sexualidad con el elemento común de “la cuestión de la obligación de decir la verdad sobre sí mismo”
“Obligación de manifestar la verdad sobre sí, eso es lo que forma parte del ritual de la penitencia: es la exomologesis, una especie de dramatización de sí mismo como pecador que se hace a través de la vestimenta, los ayunos, las pruebas, la exclusión de la comunidad” […] En “las prácticas de la espiritualidad monástica, entonces se ve una práctica distinta que es por completo diferente de la exomologesis penitencial” pues el novicio “tiene que decir a alguien que es su director, en principio todo lo que pasa en él, todos los movimientos de su pensamiento, todo el movimiento de su deseo o de su concupiscencia”
“La obligación de decirlo todo es por completo singular en la espiritualidad cristiana del siglo IV-V. Es esta historia del decirlo todo, la obligación de decirlo todo acerca del movimiento de sus pensamientos lo que me ha cautivado y cuya historia he intentado hacer, en todo caso, ver de donde venía”
parrêsia como acción
La noción de parrêsía que, etimológicamente, significa decirlo todo ya existía en la filosofía grecorromana con una diferencia capital: que la parrêsía no es una obligación impuesta al discípulo, es una obligación, por el contrario, impuesta al maestro. En el cristianismo, por el contrario, el discípulo será aquel que tendrá que hablar.
“Esta noción de hypomnêmata es una noción técnica importante y es una noción muy relacionada con el hecho de que en la parrêsia se trata de que el maestro influya en el alumno. Hypomnemata es la transcripción de las notas tomadas por el oyente cuando el filósofo está hablando” … “que hay que releer regularmente” … “meditar sobre ello, reactualizarlo y repensarlo sin parar”. Lo que dice el filósofo “es preciso anotarlo, es preciso leerlo y ajercitarse sobre ello”.
“La parrêsia es una acción, es tal en cuanto que actúa, que permite al discurso actuar directamente sobre las almas” … un discurso que “evita la verbosidad: 'si fuera posible me gustaría dejarte ver mis pensamientos más que traducirlos a lenguaje'”.
se opone a la adulación
“¿Cómo se puede buscar, encontrar y estar seguro de que efectivamente se ha descubierto al parresiasta del que se tiene necesidad cuando uno quiere cuidarse de sí mismo?” Debe ser “alguien que tenga reputación de no ser un adulador” pues “la parrêsia se opone a la adulación” … “el adulador es aquel que combate el precepto délfico, aquel que impide que uno se conozca a sí mismo” pero “lo esencial de la función parresiástica será más bien señalar al sujeto cuál es su lugar en el mundo”. Por tanto “aquel que, conociendo cuál es la naturaleza de las cosas, conociendo lo que es la physis, puede ser el parresiasta que va a disipar las ilusiones, hacer callar los temores, eliminar las quimeras y decir al hombre lo que verdaderamente es”. Es, por tanto distinto al proyecto platónico de saber quién eres por rememoración de lo que has sido, pues “aquí, por el contrario, saber quién eres exige que haya algún otro, alguien que detente la parrêsia y que diga, en efecto, cuál es el orden del mundo en el cual uno se encuentra situado”.
“Opuesta a la adulación, la parrêsia aparece como cercana a la virtud. Pero como técnica del kairós, la parrêsia aparece como emparentada con una técnica”
la parresia como discurso
Foucault sugiere enfocar la parrêsia “bajo el angulo de lo que ahora se llama una pragmática del discurso”, es decir, de todo aquello que “aseguran en eficacia los discursos del otro en la práctica del cuidado de sí”, pues “si la práctica filosófica es el ejercicio del cuidado de sí y si el cuidado de sí tiene necesidad del otro y del discurso del otro” entonces concluiremos que “ese discurso debe tener por carácter la parrêsia”.
La parrêsia se caracteriza por la libertad de forma, pues no tiene en cuenta las reglas de la retórica ni las de la demostración filosófica. Es una forma de discurso diferente. “Creo que es la conversación, el arte de la conversación, el que va a ser la formamás inmediatamente coincidente, convergente con lo que exige la parrêsia; hablar como se debe, hablar de una forma tal que se pueda actuar directamente sobre el alma del otro”. Como sucede con la conversación, “la parrêsia, si quiere actuar sobre las almas, tiene por punto de enganche esencialmente el kairós, es decir, la ocasión” … “se trata de aprovechar, en el momento en que aparece, el kairós, la oportunidad, para decirle lo que se tiene que decir”.
obligaciones para ambas partes
“La parrêsia es siempre una operación de dos términos; es algo que se juega entre dos”. El que quiere cuidar de su alma “no puede contentarse con buscar un parresiasta. Es preciso también que dé signos de que es capaz y está dispuesto a recibir la verdad de lo que el parresiasta va a decirle”, que no le va a guardar rencor por las verdades que vendrán de él. De hecho, el parresiasta puede negarse a actuar como tal si no percibe esta actitud en el otro: “muéstrame tu competencia para escuchar lo que quiero decirte y entonces verás hasta qué punto podrás incitar a hablar a aquel al que te diriges”
En la parrêsia hay el arte de hablar pero también también una concreta experiencia de escuchar“
“Es preciso que haya una similitud en la opción de existencia entre la del sujeto que busca al parresiasta y la del parresiasta mismo” … “Homología, pues, de opciones de existencia entre los dos partícipes”.
“El verdadero parresiasta permanece constante en sus opciones y está enteramente inclinado hacia un solo esquema de vida”, como Séneca cuando dice “me dedicaría a hacerte comprender que todo lo que yo llegue a decir lo pienso y, no contento con eso, lo amo” … “estoy implicado en la verdad de lo que digo”. En cambio “el adulador es como un fluido que pasa de una forma a otra según el vaso en el que es vertido”.
La parrêsia es “la apertura recíproca de las almas”. Está muy clara en Séneca “donde hay contínuas referencias a la apertura recíproca”
En el cristianismo se rompe la reciprocidad pues, aunque hay una implicación del que habla en lo que dice, es una implicación que solo se da en el lado del discípulo, del imperfecto, del que peca … ese es el que tendrá que hablar”
proyectos/furor/la_parresia.txt · Última modificación: 2018/06/06 09:57 por Joaquín Herrero Pintado