Podcast “La filosofía no sirve para nada”
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El estudio de la inteligencia y de las posibilidades de conocimiento de la realidad ocupa gran parte de los intereses filosóficos. El cuerpo como fuente de conocimiento ha sido relegado en la filosofía a una posición secundaria. Nos proponemos indagar en qué clase de conocimiento se construye a partir del cuerpo y, de existir, si puede ser usado para construir futuros.
Repasamos la división entre teoría y práctica que se opera en el seno de la filosofía y cómo hay un prejuicio en el interior de la filosofía que se concentra en las teorías e ignora el mundo de las practicas, del cuerpo. Conversamos con Ibis Albizu, filósofa y bailarina, quien nos introduce en los aspectos filosóficos de la danza: cómo problematiza nuestro concepto de racionalidad y cuál podría ser su uso sociopolítico.
“La filosofía no sirve para nada” es un podcast sin pretensiones en el que reflexionaremos sobre el presente.
Participan: Ibis Albizu @IbisAlbizu, Juan Carlos Barajas @sociologiadiver, Joaquín Herrero @joakinen, Sergio Muñoz @smunozroncero y José Carlos García @quobit
Fecha | 17 de enero de 2020 |
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Participan | Ibis Albizu @IbisAlbizu, academia.edu Juan Carlos Barajas @sociologiadiver Joaquín Herrero @joakinen José Carlos García @quobit Sergio Muñoz @smunozroncero |
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Sintonía | Mass Invasion, Dilo, álbum Robots (2004) |
Fotos | Fotograma de Robot, Blanca Li |
Intro | Fragmento de Van a por nosotros, Accidents Polipoètics, Álbum “Polipoesía urbana del Pueblo” |
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Este episodio corresponde al segundo bloque de la filosofía del Porvivir: el cuerpo.
El estudio de la inteligencia y de las posibilidades de conocimiento de la realidad ocupa gran parte de los intereses filosóficos. El cuerpo como fuente de conocimiento ha sido relegado en la filosofía a una posición secundaria. Nos proponemos indagar en qué clase de conocimiento se construye a partir del cuerpo y, de existir, si puede ser usado para construir futuros.
La incorporación del tema del cuerpo a la filosofía del Porvivir (que es un estudio filosófico del futuro que estamos construyendo con el presente que estamos practicando) está justificada por considerar que un desplazamiento de la centralidad de la mente y la racionalidad instrumental actuales por una centralidad del cuerpo y una racionalidad expresiva puede contribuir a construir el relato que el filósofo Nick Srnicek ve necesario en su obra Inventar el futuro - Postcapitalismo y un mundo sin trabajo para una transformación radical del panorama socioeconómico.
Lo que Srnicek propone está en sintonía con esta idea de recuperar una cultura de la acción expresiva ya que indica que las capacidades creativas humanas están cercenadas por un sistema laboral precario y esclavizante. Esa es la razón por la que propone la automatización de la mayoría del trabajo actual, la desconexión entre ingresos y trabajo (en un escenario de trabajo escaso, precario y esclavizante) y la adopción de una renta básica universal ya que la suma de todos estos factores puede producir un cambio de paradigma en la existencia humana al situar las acciones creativas en el centro de la actividad humana, proponiendo así Srnicek, implícitamente, un cambio de racionalidad que sustituya la evaluación coste-beneficio por una racionalidad expresiva que subraye el papel del cuerpo y las emociones.
Hay que valorar el papel que la teorización de la danza puede aportar a la teorización de esta inversión de valores y de racionalidades.
Es curioso el formato de la Ética de Spinoza porque se estructura como un libro de matemáticas: definiciones, axiomas, lemas y proposiciones que son objeto de demostración. No en vano el nombre completo del libro es Ética demostrada según el orden geométrico. Entresacamos dos conocidas citas que muestran el papel que Spinoza quería otorgar al cuerpo en su filosofía:
Libro II Proposición XIII:
"Cuanto más apto es un cuerpo que los demás para obrar o padecer muchas cosas a la vez, tanto más apta es su alma que las demás para percibir muchas cosas a la vez".
Libro III, “De la naturaleza y origen de los afectos”, Proposición II, escolio:
"Y el hecho es que nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo, es decir, a nadie ha enseñado la experiencia, hasta ahora, qué es lo que puede hacer el cuerpo en virtud de las solas leyes de su naturaleza, considerada como puramente corpórea, y qué es lo que no puede hacer salvo que el alma lo determine."
Spinoza plantea una inversión causal, una especie de nuevo “giro copernicano”1) al que podemos llamar “giro espinozista” y que tiene que ver con la causalidad. En vez de considerar al pensamiento como origen de las series causales y al cuerpo como el receptor de dichas series (de ahí que pensemos en mover un brazo y, finalmente, el brazo se mueva) Spinoza propone pensar qué puede hacer un cuerpo como origen de efectos, es decir, qué puede hacer “en virtud de las solas leyes de su naturaleza”.
¿Podemos averiguar dichas “leyes de la naturaleza del cuerpo” reflexionando sobre la danza? ¿Podemos hacer un “giro espinozista” en la sociopolítica a partir del cuerpo?
“Nadie, hasta ahora, ha determinado lo que puede el cuerpo, qué es lo que puede hacer el cuerpo en virtud de las solas leyes de su naturaleza”.
En su obra El mundo como voluntad y representación el cuerpo juega un papel importante y es citado en más de 200 ocasiones. Se refiere al cuerpo como el punto de partida de nuestro conocimiento del mundo:
"el significado del mundo [...] no podría nunca encontrarse si el investigador mismo no fuera nada más que el puro sujeto cognoscente (cabeza de ángel alada sin cuerpo). Pero él mismo tiene sus raíces en aquel mundo, se encuentra en él como individuo; es decir, su conocimiento, que es el soporte que condiciona todo el mundo como representación, está mediado por un cuerpo cuyas afecciones, según se mostró, constituyen para el entendimiento el punto de partida de la intuición de aquel mundo" (§ 18)
"Así pues, **el cuerpo** es aquí para nosotros objeto inmediato, es decir, aquella representación que **constituye el punto de partida del conocimiento del sujeto**, en la medida en que ella misma, junto con sus cambios inmediatamente conocidos, **precede a la aplicación de la ley de la causalidad ofreciéndole así sus primeros datos**. Como se mostró, todo el ser de la materia consiste en su actuar. Pero efecto y causa existen solo para el entendimiento, que no es más que su correlato subjetivo. Mas el entendimiento nunca podría llegar a aplicarse si no tuviera nada de lo que partir. Tal punto de partida lo constituye la mera afección sensorial, la conciencia inmediata de los cambios del cuerpo, en virtud de la cual este es objeto inmediato. Vemos así que la posibilidad de conocer el mundo intuitivo depende de dos condiciones: la primera es, expresada objetivamente, la capacidad de los cuerpos de actuar unos sobre otros, de provocar cambios entre ellos" (§ 6)
Hay que recordar que para Kant en la Crítica de la Razón Pura la primera fase de nuestro conocimiento del mundo es ya mental. Kant se salta el cuerpo. Para Schopenhauer antes de que la mente pueda aplicar la causalidad sobre el espacio y el tiempo sucede algo en el nivel sensorial, en el cuerpo: “la conciencia inmediata de los cambios del cuerpo”. De Kant dice Schopenhauer en el anexo “Crítica de la filosofía kantiana”:
Kant "desprecia por completo todo el restante conocimiento intuitivo en el que se nos presenta el mundo y se atiene solo al pensamiento abstracto, pese a que este recibe todo su significado y valor del mundo intuitivo, que es infinitamente más significativo, universal y sustancial que la parte abstracta de nuestro conocimiento. Además -y este es un punto capital-, nunca ha distinguido claramente el conocimiento intuitivo y el abstracto; y justamente por ello, como veremos después, se enreda en irresolubles contradicciones consigo mismo."
Añade
"Tras haber tratado separadamente el espacio y el tiempo, Kant despacha todo ese mundo de la intuición que llena ambos, y en el que vivimos y somos, con estas palabras que nada dicen: «El contenido empírico de la intuición nos es dado»"
Y también:
"por medio de la aplicación de las categorías a la sensibilidad surgía para el entendimiento la experiencia junto con sus principios fundamentales a priori" (que son el tiempo y el espacio)
Lo que Schopenhauer percibe como ausencia de reflexión lleva a Kant a la “monstruosa afirmación” de que “la intuición, al no ser pensamiento, tampoco es conocimiento, sino una simple afección de la sensibilidad, mera sensación, […] que la intuición sin concepto está totalmente vacía, pero que el concepto sin intuición sigue siendo algo”. Esta afirmación kantiana resulta inaceptable para Schopenhauer que, como vamos a ver, construye su sistema a partir de las posibilidades de conocimiento que ofrece la intuición. Por eso dice “Kant hace intervenir el pensamiento en la intuición, y sienta así las bases para la funesta confusión del conocimiento intuitivo y del abstracto”.
Una de las ideas básicas que se incorporarán al pensamiento de Schopenhauer es que cualquier intento de analizar la “cosa en sí” deberá de desprenderse, no solo de los apriori clásicos kantianos (espacio y tiempo) sino que también debe eliminar la causalidad, por tanto, la cosa en sí debe ser aespacial, atemporal y acausal y hay que encontrar una vía de acceso a ella. Esta vía, que Schopenhauer comienza a llamar “conciencia mejor”, una experiencia que se compadece mal con las categorías del entendimiento y que tiene la virtud de hacer innecesarios el tiempo, el espacio y la causalidad.
Más información
Schopenhauer acusa a Kant de haberse saltado el cuerpo y elaborar una filosofía puramente mental. El intento de Schopenhauer de recuperar el cuerpo lo lleva a una metafísica, a una filosofía sobre los constituyentes de la realidad.
Filósofo fenomenólogo francés, fuertemente influido por Edmund Husserl. Es frecuentemente clasificado como existencialista, debido a su cercanía con Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, así como por su concepción heideggeriana del ser, aunque posteriormente, debido a su litigio con Sartre, Merleau-Ponty negaba pertenencia o acuerdo con dicha filosofía.
La obra en la que Merleau-Ponty profundiza en una filosofía del cuerpo y del espacio a partir de un estudio sobre la percepción es, precisamente Fenomenología de la Percepción, obra de 1993.
“Tomando como punto de partida el estudio de la percepción, Merleau-Ponty llega a reconocer que el cuerpo propio es algo más que una cosa, algo más que un objeto a ser estudiado por la ciencia, sino que es también una condición permanente de la existencia. El cuerpo es, según Merleau-Ponty, constituyente tanto de la apertura perceptiva al mundo como de la “creación” de ese mundo. Existe por lo tanto una inherencia de la consciencia y del cuerpo que el análisis de la percepción debe tener en cuenta. Por así decirlo, la primacía de la percepción significa la primacía de experiencia en la medida en que la percepción presenta una dimensión activa y constitutiva. Merleau-Ponty en una primera parte de su obra, considera el esquema corporal como expresión del cuerpo en el mundo. Para él, el cuerpo no está frente a un espacio objetivo, quieto y enraizado en una situación que polariza todas sus acciones. Por el contrario, dice: “mi cuerpo existe orientado hacia todas las percepciones”. Se recoge sobre sí mismo para alcanzar sus fines y el “esquema corporal” es, en última instancia, una manera de expresar que mi cuerpo está en el mundo. En un segundo momento, intenta establecer una teoría fenomenología del esquema corporal. Piensa que de la estructuración anátomo-fisiológica o neurológica del cuerpo y de las experiencias vividas; el esquema corporal sólo retiene lo que es valioso para sus proyectos, lo que permite adaptarse mejor a sus medios.”
“A lo largo de sus obras, Merleau-Ponty instaura un análisis que reconoce tanto la corporalidad de la consciencia como la intencionalidad corporal, contrastando así con la ontología dualista cuerpo/alma de Descartes, un filósofo a quien Merleau-Ponty siempre se mantiene atento a pesar de las importantes divergencias que los separa.”
Merleau-Ponty apuesta por dar a la idea de que todas nuestras experiencias están centradas en el cuerpo un valor primario, principal.
Apuntamos algunas de las críticas que se han hecho sobre los denominados estudios culturales, es decir, acerca de la reflexión teórica de sobre la cultura y sobre su uso político. Autores como Carlos Reynoso parecen indicar que el camino que queremos investigar es intransitable y no conduce a ninguna parte. Conviene tener en cuenta estas críticas a la hora de filosofar sobre el tema aunque procederemos como si fuera posible hacer lo que Reynoso ve inútil.
Carlos Reynoso en su libro “Apogeo y decadencia de los estudios culturales” (2000) dice algo que debería de tenerse en cuenta sea para corroborarlo o para desmentirlo:
capítulo 4: “¿Ha habido algún asomo de creación teórica en el interior de los estudios culturales, o viven ellos de la depredación de metodologías ocasionales tomadas de las tradiciones científicas de las que reniegan? […] Mi hipótesis en este punto es que, a despecho de la profusión de apologías y de la sobreabundancia de alardes, el aporte sustantivo de los estudios culturales ha sido apenas modesto, y en la mayoría de los casos de un carácter si se quiere trivial”.
Sigue: “Si examinamos cualquier programa académico de estudios culturales, comprobaremos que ninguno incluye siquiera las más elementales nociones de epistemología y metodología”.
También Carlos Reynoso en el mismo libro, capítulo 7: “¿Es la crítica que articula los estudios culturales de orden político, o más bien la izquierda política y la práctica científica son los verdaderos contendientes? […] Los objetivos políticos, subversivos y emancipatorios de los estudios culturales o bien han encontrado contradicciones insuperables en la forma de llevarlos adelante, o bien se han convertido en otra cosa?.
Continúa: ”Los culturistas de posgrado […] una vez que obtienen sus datos corren a escribir la ponencia y hasta la siguiente compilación o conferencia sobre culturas populares no se los vuelve a ver. En los viejos tiempos del marxismo, al menos, los intelectuales orgánicos creían compartir con sus actores una utopía para cambiar el estado de las cosas.“
Según indica el teórico literario estadounidense Fredric Jameson en su obra Teoría de la posmodernidad nuestro tiempo hay que pensarlo como uno en el que ha sucedido una mutación fundamental de la función social de la cultura: “la postmodernidad es lo que queda cuando el proceso de modernización ha concluido y la naturaleza se ha ido para siempre. Es un mundo más plenamente humano que el antiguo, pero en él la cultura se ha convertido en una auténtica «segunda naturaleza»”. Esto supone un cambio radical sobre la modernidad, un tiempo en el que aún “subsisten algunas zonas residuales de la «naturaleza» o del «ser», de lo viejo, de lo más viejo, de lo arcaico” donde “la cultura todavía puede influir sobre esa naturaleza e intentar transformar ese «referente»”. Jameson indica que en este escenario la cultura se ha vuelto un producto y el mercado en una mercancía, una situación degradada sobre la que existía en la modernidad, ya que esta era “de una forma insuficiente y tendenciosa, la crítica de la mercancía y el esfuerzo por conseguir que ésta se trascendiera a sí misma”. En efecto, “la postmodernidad es el consumo de la pura mercantilización como proceso”. La cultura, según esta idea, no es ahora un reducto de negatividad desde el que cuestionar la sociedad. La cultura es ahora un factor para distinguir mercados. Por eso el Estado se erige en protector de las industrias culturales mediante legislaciones sobre la propiedad intelectual. Ahora tanto lo normal como lo irreverente son solo diferentes regiones de la cultura explotada por el capitalismo. Ya no hay contracultura pues desde el punto de vista capitalista es una forma más de ortodoxia.
Habría que explorar las posibilidades del arte como arma de cuestionamiento de la sociedad. El filósofo español Jordi Claramonte lo hace el su libro https://jordiclaramonte.blogspot.com/2008/12/estetica-modal-conceptos-basicos.htmlLa República de los Fines (2010) del que se hace cargo el trabajo Aportaciones computacionales a una teoría estética modal de Joaquín para ver distintas posibilidades de pensar la capacidad artística humana como un arma de transformación.
Habría tres especialidades humanistas interpeladas en la crítica de Reynoso y la situación descrita por Jameson
Hay un prejuicio que recorre la historia de la filosofía como un fantasma: al filósofo le molesta el mundo práctico. Si bien puede analizarlo o usarlo como ejemplo, su terreno es el de las ideas y, por lo tanto, el de la abstracción teórica.
Este prejuicio es fácilmente reconocible: proviene de una cierta interpretación helenística del neoplatonismo que nos ha llegado a través de la escolástica y que todavía hoy se estudia en los colegios cuando se explica a Platón (el mundo de las ideas es superior al físico; los artesanos son como esclavos pues trabajan con las manos… etc).
Sin embargo, la propia noción de logos (racionalidad o palabra) nos ancla en el terreno específicamente humano. Los griegos como Platón sabían que lo humano necesita un cuerpo (pues no somos Dioses), aunque no se reduzca a él (pues tampoco somos animales). Parte del esfuerzo específicamente humano consiste en captar el aion, un soplo de eternidad. Ese aion es el logos clásico, la razón primigenia. Esta racionalidad no solo no niega el cuerpo, sino que lo necesita. De hecho, los primeros filósofos eran físicos. La pregunta que dio origen a la filosofía es la del movimiento: ¿cómo es posible que un cuerpo se mueva y sin embargo sea?, ¿qué es lo que permanece en la naturaleza a pesar de sus cambios?, ¿cuál es la causa del movimiento?. La filosofía nace como un intento por encontrarle el ritmo (la regla interna) a la naturaleza.
Desde este punto de vista, la filosofía no desprecia el cuerpo y el movimiento. Al igual que en la filosofía, en la danza se expresan diferentes tipos de racionalidad.
Una de ellas es la racionalidad técnico-instrumental, que tuvo su apogeo con la creación del primer método de notación (escritura de la danza al estilo de la música) que se universalizó. Al amparo de las academias de arte, en la época de Luis XIV se asociaba cada movimiento a un signo en un intento por atrapar desde la matemática al movimiento.
No obstante, y a pesar del éxito de este tipo de racionalidad, existen otras formas de entender el concepto de razón: Álvarez propone la expresiva, y Herbert Simon la acotada. Estas otras racionalidades corren el riesgo de convertirse en marginales si se las usa solo desde el terreno del arte y la creatividad, es decir, si no tienen incidencia en el mundo económico y político.
La cuestión esencial de la racionalidad científico-técnica de la modernidad es su eficacia. ¿Estamos dispuestos a prescindir de los aspectos positivos de la eficacia técnica (y entonces de los antibióticos o el teléfono móvil)? Esta pregunta pretende cuestionar la propuesta de Srnicek, tan interesante como utópica.
La historia de la teoría del ballet es al mismo tiempo dos cosas: la del intento por enfrascar el movimiento en un método de notación (como se hace con la música), y su fracaso.
Aunque el gran ballet es un invento que se institucionalizó al amparo de la monarquía absolutista de Luis XIV y que ha tenido un uso directamente político, la danza también ha sido contestataria con el poder político y ha jugado a presentar otras formas de racionalidad a través del cuerpo. Así por ejemplo, Mark Franko habla del “ballet burlesque” un tipo de ballets anti-geométricos que se hacían de espaldas al rey. También destaca el “ballet de acción” de Noverre, un estilo de danza que busca poner las emociones por encima de la técnica. Este ballet-pantomima, famoso durante el siglo XVIII, reclamaba que la danza debía formar parte de la Enciclopedia Ilustrada porque es un lenguaje universal ya que las emociones que expresan lo son.
Dentro de la danza contemporánea, los ejemplos son infinitos. La propia noción de arte moderno busca presentar otras formas de racionalidad que cuestionen la mirada única. Desde el cubismo y la multiplicidad de ángulos, hasta los ballets rusos de Diaghilev (en los que se involucraron vanguardistas de la talla de Dalí o Mattise). Siguiendo esta estela, merece la pena citar a Martha Graham, quien creó una técnica propia que sustituye al edificio matemático del ballet.
Desde la filosofía solemos pensar en la universalidad desde la teoría, la razón y la matemática (dos más dos son cuatro siempre y en todas partes), pero la danza plantea una universalidad desde el cuerpo. El hecho de que todos tengamos un cuerpo habla de la universalidad en un sentido no matemático. La universalidad afectiva reclamada por algunos autores (como Noverre o Pina Bausch) fue utilizada como reclamo de igualdad, y justificó la inclusión de la palabra “danza” en la Enciclopedia. Pero la cuestión central no es que no es tanto que todos tengamos un cuerpo, sino que todos los cuerpos son distintos.
La universidad desde el cuerpo cuestiona la idea de igualdad, un concepto que debería ser tratado en sentido amplio. Aparecen entonces cuestiones feministas (el cuerpo desde el que se piensa no tiene por qué ser el masculino) pero también racistas (los ejemplos del ballet son múltiples, especialmente en la escuela cubana del ballet que reclama la universalidad del gesto de la danza desde Latinoamérica), hasta las otras capacidades. En este sentido, destaca la Compañía Psico-Ballet, que trabaja con personas con capacidades diversas.
La escultura de Othoniel frente a las notaciones de baile de Feuillet
Othoniel, que trabajó en estrecha colaboración con el arquitecto paisajista Louis Benech se inspiró para la nueva fuente de Versalles en el propio libro de instrucciones de baile de Louis XIV. En un volumen que contiene anotaciones manuales para danzas barrocas, el artista de 51 años, conocido por sus esculturas a gran escala de orbes de vidrio enredados, vio una imagen que se parecía a su propio trabajo. Luego reinterpretó las notas, trabajando con sopladores de vidrio en Basilea, Suiza, para hacer las grandes cuentas de oro y vidrio azul para Les Belles Dances. Se aplicó pan de oro a cada cuenta de vidrio a mano, se glaseó y se selló, un proceso que tomaría cinco días para cada cuenta. Para la instalación en Versalles, cada cuenta debía ajustarse a mano para asegurarse de que la trayectoria del agua siguiera las curvas de la escultura.
— Fuente: qz.com